Maraña había quedado con un amigo. Esos amigos que si te llegan a raptar con él seguramente los liberarían a los 5 minutos porque el secuestrador no aguantaría el nivel de pavadas y los chistes malísimos que se harían. Terminarían casi meándose en los pantalones de la risa por la situación. Un amigo de toda la vida, ese que te mira y ya sabes lo que está pensando.
Ese día, su amigo estaba enfadado, no tenía el botón estupideces on, una pena, la vida es menos gris cuando ese botón esta encendido. Maraña disfrutaba mucho esos momentos, se olvidaba de muchas cosas cuando reía sin parar.
Su amigo le contó que habían ascendido a un alemán en su trabajo y, rápidamente, empezó a decir:
-Yo no soy racista, pero…- automáticamente Maraña lo hizo callar poniéndose un dedo en su boca-
-Amigo…todo lo que digas luego del “pero” son excusas, recuerda que tu móvil es chino, tu coche francés y tu ropa de India, no seamos hipócritas usando el racismo cuando nos conviene.
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