Maraña, salió al súper y entró siguiendo todo el protocolo corona: temperatura, gel, guantes, la empleada de turno que te observa con ojos asesinos si no lo cumples… ¡mi madre!, pensó.
Estaba pasando por la sección de frutas y verduras cuando la vio y exclamó para sí ¡Ay dios mío!. La mujer más hermosa que había visto hasta ese momento, pelo hermoso, sonrisa Colgate (se la imaginaba), cuerpo perfecto. Sus movimientos…suaves pero seguros. Le estaba diciendo algo a la chica de la fruta y se movía enérgica, como cuando tu abuela batía los huevos para hacerte la tortilla que tanto te gustaba (qué velocidad y energía tenía esa mujer). Se veía que tenía carácter en su mirada, una mirada penetrante, profunda y a la vez era fresca y dulce.
Maraña siguió comprando, no podía quedar como un turulo mirando a esa mujer impresionante, iban a pensar que era un salido y acosador, concluído esto miró su reloj, las 2 de la tarde, tomó nota mental y a la vez pensó que era un pensamiento y una actitud bastante tóxica, pero bueno, tal vez, si el destino lo quiere, mañana a la misma hora la encontraría otra vez y se acercaría.
Mientras iba a su casa caminaba y pensaba: con esa cara tan celestial y ese porte tan aplomado seguro su nombre acompaña su fuerza. Seguro que tiene una actitud positiva ante la vida, sus movimientos lo indicaban, entonces debe de trabajar o dedicarse a algo que acompañe su vitalidad, con ese cuerpo perfecto puede tener algo que ver con el ejercicio (la tiene chunga conmigo) o tal vez por su frescura trabaje con niños… las maestras suelen tener un aura mágica, ¡como ella! Quizás sea directiva en alguna empresa, su seguridad era perfecta para eso. ¡Ay maraña! ¡Si esa mujer te diese una oportunidad de tomar 1 o 5 cervezas! Seguro nos llevaríamos bien, yo soy igual, divertido, seguro, vital, tengo un carácter fuerte pero flexible, vamos ¡estaría muy bien!
Al otro día a las 2 de la tarde Maraña estaba haciendo guardia en la puerta del supermercado, ya era totalmente tóxico, pero estaba allí, con actitud despreocupada y esperando. La vio. Ella entro al súper y él detrás de ella (nivel dios de toxicidad en esa situación), la siguió hasta el pasillo de embutidos, la miró a los ojos sonriendo y dijo:
-hola!, soy maraña, y la verdad es que me encantaría tomar algo contigo.
Ella le miró y contestó:
-hola!, soy Dolores y la medicación no me permite tomar nada con nadie.
¡Expectativas maraña!… expectativas.
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